APRENDE A ESCUCHAR A LOS DEMÁS
Por: Dra. Lucy Serrano
La mayoría de la gente cree que es muy importante para triunfar en la vida el saber hablar. Todos admiramos a una persona elocuente y persuasiva. Los simpáticos y extrovertidos son muy populares y aceptados. Sin embargo, no todos valoran en su justa medida a quienes realmente dominan el arte de escuchar. Existen clases para hablar en público, pero no para escuchar en privado.
¿Cuántas veces en tu vida has sentido que alguien realmente te escucha, con plena atención e interés, sin prisa, respetando tus opiniones aunque no coincida con ellas, sin interrumpirte, criticarte, darte consejos o regaños, mostrando respeto y empatía? Pocas veces, o tal vez ninguna, ¿verdad?
Si la experiencia que menciono te parece agradable, ¿no crees que las personas que tratan contigo se sentirían igualmente gratificadas si tú les proporcionas un momento de escucha plena y reconfortante?
Hay mucha gente que siente que se ahoga por dentro, guardándose sus cosas por temor al qué dirán, a la crítica o al rechazo. En la consulta me comentan con desesperación que sus parejas, hijos, padres, jefes, etc., no los escuchan o no los entienden. La mayoría de los intentos de comunicación acaban en discusiones desgastantes que nada resuelven y dejan una enorme frustración.
Si quieres convertirte en un buen escuchador, te daré algunos consejos que pueden ayudarte:
1) Pregunta a las personas a tu alrededor si consideran que eres bueno para escuchar. Detecta si te tienen miedo y por lo tanto no pueden contestarte con plena sinceridad.
2) Si te dicen que sí, pregúntales cómo se sienten y qué cosas perciben de tu actitud que les hace sentir cómodos.
3) Si te dicen que no, pregunta qué es lo que más les molesta de tu reacción ante lo que te dicen. Pídeles que no se concreten a decirte que no sabes escuchar, sino que especifiquen los detalles.
4) Anota todo lo que te dicen, reflexiona cómo te perciben y trata de ver las ventajas de efectuar algunos de los siguientes cambios:
NO INTERRUMPAS. Muchas veces nos apresuramos a externar nuestra opinión antes de que la persona esté receptiva para oírla y causamos en el otro la molestia de sentir que lo que dice carece de importancia.
NO COMPARES. Si alguien te cuenta un problema no corras a relatarle que tú tuviste uno similar o más grave.
NO REGAÑES. Frases como: “Tú tienes la culpa”, “Tú te lo buscaste”, “Deberías de hacer esto o lo otro”, “Te lo dije…” son contraproducentes.
NO TRATES DE TENER LA RAZÓN. Evita temas delicados como política, religión, futbol, alimentación, etc., con personas que sabes que tienen opiniones totalmente diferentes a las tuyas. No lograrás convencerlos.
NO MINIMICES O IGNORES. Frases como: “Ya vas a empezar otra vez con lo mismo” son muy devaluatorias. Lo mismo aplica a hacer caras, usar tonos de voz sarcásticos o decir que no tienes tiempo.
NO CUENTES A TODOS LO QUE ALGUIEN HACE O DICE. Ejemplo: La mamá que se queja con las amigas o familiares de los asuntos privados de sus hijos. Esto haría que ellos no te tengan confianza y que se cierren contigo.
NO TE SIENTAS OBLIGADO A DAR SOLUCIONES. Muchas veces lo que la gente quiere es desahogarse y sentirse apoyada. Si no estás plenamente preparado o absolutamente seguro que tu consejo será útil y bienvenido, mejor canaliza a la persona con alguien profesional.
MANTÉN EL CONTACTO VISUAL. Esto hace que la persona que habla se sienta tomada en cuenta.
CUIDA TU IMAGEN CORPORAL. Debe ser tranquila y relajada. Evita mover los dedos, pararte y sentarte, dar la espalda, alejarte demasiado.
CUANDO HABLES CUIDA TU TONO DE VOZ. Debe ser suave y pausado para inspirar tranquilidad.
PONTE EN LOS ZAPATOS DEL OTRO. Aunque no estés totalmente de acuerdo y tu primer impulso sea la réplica o la defensa, considera ambos puntos de vista antes de hablar.
PIDE PERMISO PARA OPINAR. Usa frases como: “¿Te gustaría saber mi opinión?” o “¿Me permites hacerte una sugerencia?”. La persona estará mucho más dispuesta a tomar en consideración lo que dices si previamente te autorizó a hacerlo.
SÉ DISCRETO. Si te gusta el chisme o se te va la lengua con frecuencia, los demás no querrán hablar contigo de sus cosas personales o más íntimas.
CONTROLA TU ENOJO. La mayoría de las veces malinterpretamos lo que los otros nos dicen, lo tomamos personal y activamos nuestros mecanismos de defensa que nos pueden llevar a ser groseros y ofensivos.
EVITA LAS LUCHAS DE PODER. Tratar de controlar a otros o dirigir sus vidas es un grave error que alejará a los demás de ti o que provocará que te digan mentiras.
USA UNA FRASE DE ALIENTO AL FINAL. Después de una plática, termina con la frase: “Gracias por tenerme confianza y platicarme lo que te pasa”, “¿Qué necesitas de mí en este momento?” (tal vez sea un abrazo, que los dejes llorar, que les tomes la mano, estar solos, etc.).
Si cultivas el arte de escuchar obtendrás muchos beneficios, tanto para ti como para los demás.